Gracias a la escritura tengo una vida más libre: Ian McEwan

En relación con el retiro de libros en bibliotecas y escuelas de Estados Unidos, el autor británico Ian McEwan se opone a los intentos de “frenar o controlar la imaginación de otras personas”. Foto Europa Press

El narrador británico Ian McEwan (Aldershot, 1948) dijo que es una locura evadir la escritura sobre la culminación del deseo o evitar que otros aborden el “momento sensorial más potente en nuestra vida adulta”. Así lo afirmó ayer en una conferencia de prensa vía Zoom con reporteros de varios países a propósito de su novela Lecciones, que llegará a las librerías mexicanas en noviembre.

El autor rechazó los intentos de “frenar o controlar la imaginación de otras personas”, en relación también con el retiro de libros en bibliotecas y escuelas de Estados Unidos.

Recordó que cuando creaba sus primeras historias uno de los grandes maestros del deseo en la literatura moderna, Philip Roth (1933-2018), le aconsejó: “Siempre tienes que escribir como si tus padres estuvieran muertos, es decir, no te preocupes por molestar o incomodarlos”.

Tras publicar una narración, el padre de McEwan “estaba horrorizado y, al mismo tiempo, lleno de orgullo. Al final optó por lo segundo y compró 30 copias de mi novela y las distribuyó entre sus compañeros del ejército británico”, rememoró.

McEwan admitió que la crisis del Canal de Suez (1956), cuando fue confinado en un campo militar junto con otros niños, “fue un elemento muy poderoso que me empujó a ser escritor porque sólo así podía imaginarme libre. Me siento privilegiado de haber gozado este oficio por 53 años. Sigo teniendo la sensación de que es la vida más libre que podía haber tenido”.

Lecciones aborda la vida de Roland Baines, quien fue enviado en su infancia a un internado donde recibió lecciones de piano de la joven Miriam Cornell. Ese encuentro dejó una impronta, entre lo traumático y lo fascinante.

Baines continuó su existencia, concretó una familia y luego fue abandonado por su mujer. A partir de ese momento, el protagonista recupera sus pasos desde su infancia en Trípoli y la vuelta a Inglaterra, mientras a su alrededor ocurren hitos como la crisis de Suez, la caída del Muro de Berlín, el Brexit y la pandemia de covid-19. Lo que ocurrió décadas atrás continúa persiguiéndolo.

McEwan dijo que tiene algunas conexiones con el protagonista de su más reciente narración, como la vida familiar, pero Roland Baines avanzó en otra dirección. Él es “quien yo podría haber sido si no hubiera descubierto la escritura, si hubiera abandonado la escuela a los 16 años y luego rechazado un empleo formal; como Roland, quizá habría acabado tocando piano en un bar o algo parecido”.

Refirió que ésta, su novela más larga, tiene un sentido de autodescubrimiento y por ello creó confrontaciones muy importantes, la principal es el rencuentro de la protagonista y su profesora de piano 45 años después.

En la narración, añadió el novelista, subyace su convicción sobre las lecciones vitales que debemos aprender ante los problemas, crisis y pérdidas que enfrentamos, así como de los momentos de gran alegría y satisfacción.

Según el también guionista, “resolvemos pocas cosas en la vida y los puntos negros los olvidamos o se convierten en parte de quienes somos, el equipaje que todos llevamos con nosotros”.

El narrador comentó que escribir una vida es la sola lección que puede entregar y su más reciente título es “el único consejo que realmente puedo dar”.

Ian McEwan explicó que no investigó para escribir esta narración, donde la memoria es muy potente y un instrumento fantástico a la vez que engañoso. “Hay cosas muy ancladas en el recuerdo, pero también en el flujo de la conciencia. La vida, como la memoria, a veces nos engaña y se organiza de una manera distinta a la cronología”.

Lecciones es “una historia de guerra, ya que es una intersección entre la Segunda Guerra Mundial y las vidas privadas. Eso es lo que más me interesa y la clave: cómo esos acontecimientos mayúsculos tienen la capacidad de entrar al nivel más íntimo de nuestras existencias, no sólo entre los soldados, sino también de los hijos y sus vidas rotas por esos hechos”.

McEwan, Premio Booker 1998, contó que la novela “es una de las maquinarias más bellas que hemos inventado para investigar la vida privada y la relación de ésta con la sociedad”, además de ser la mejor manera de ilustrar el flujo de consciencia, cómo es ser otra persona o hasta qué punto nos parecemos y la relación entre ser uno mismo y los acontecimientos globales.

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