Los extraños gustos de Carlos III

Del ahora rey Carlos III se han dicho muchas cosas a lo largo de sus 73 años de vida, rumores y supuestas teorías que nunca han podido corroborarse debido al tradicional hermetismo que exhiben los miembros de la casa real.

Una de las ideas más extendidas sobre su carácter, la de que tiene muchas y diversas manías, parece haber encontrado fundamento en ciertas prácticas recientes del ahora monarca. El mismo día de su proclamación como soberano, el hijo de Isabel II perdió brevemente la compostura ante la falta de espacio en el escritorio donde debía firmar los documentos. Lo mismo ocurrió poco después en Irlanda del Norte, cuando una pluma defectuosa acabó manchando sus manos.

Por si no fuera suficiente con el inminente estreno de la quinta temporada de la serie ‘The Crown’, que abordará su problemática relación con Diana de Gales y su posterior divorcio, sin olvidar que también hablará de la trágica muerte de la princesa en un accidente de tráfico, ahora el periodista y biógrafo Christopher Andersen se prepara para el lanzamiento de un libro, titulado ‘The King’, que verá la luz a finales de este mes y que promete indagar de forma más profunda en curiosas y reveladoras anécdotas sobre la personalidad del monarca.

¿Cuáles son las manías del príncipe Carlos?

Claro que, en una de sus primeras entrevistas promocionales, el autor no pudo resistirse a desvelar algunas de ellas. La más sorprendente es la teoría de que el rey Carlos siempre viaja con el osito de peluche de su infancia, símbolo del estrecho vínculo que, incluso a día de hoy, mantiene con su antigua niñera, Mabel Anderson, la única persona que cuenta con la facultad para reparar el muñeco cuando sufre daños debido al paso del tiempo.

«Sigue viajando con su osito de la infancia. Lo tiene desde que era muy pequeño… Mabel Anderson, su antigua niñera, es la única que puede remendarlo. Siguen estando muy unidos», explicó el escritor en conversación con el programa ‘Entertainment Tonight’.

Menos enternecedor es el relato de que el monarca va a todas partes con un asiento propio para el inodoro y que, siempre que puede, recurre a su chef personal para que le prepare sus platos preferidos, sin importar dónde estén y de la disponibilidad de ciertos ingredientes. Esas dos creencias, no obstante, habrían sido desmentidas personalmente por el rey.

«La gente que trabaja en palacio, la gente que ha trabajado concretamente para él lo dice… Cuando va a cenar a otras casas, por lo general se lleva a su propio cocinero para que le haga lo que a él le gusta, hasta el punto de que a veces come separado del resto. Hace lo que quiere y cuando quiere», señaló Andersen.

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