Declaradas como Fiesta de Interés Turístico Nacional, las Jornadas Medievales de Ávila, que tienen lugar el primer fin de semana de septiembre, recrean el pasado histórico con una decoración sobresaliente y numerosas actividades
Ávila puede presumir de contar con un rico patrimonio histórico, artístico y cultural con monumentos tan destacados como su catedral, la basílica de San Vicente, el Real Monasterio de Santo Tomás o el Palacio de los Dávila. Los orígenes de la ciudad no están del todo claros –se cree que hunden sus raíces en el pueblo vetón–, pero lo que sí queda latente es que su esplendor comenzaría en la Edad Media cuando, según la tradición, dos maestres de geometría, uno romano y otro francés, dirigieron por orden del rey Alfonso VI la construcción de la muralla, una de las mejores representaciones de arquitectura defensiva conservada íntegramente en el mundo, la cual se prolongó por nueve años, aunque las excavaciones arqueológicas realizadas ponen de manifiesto que existieron muros defensivos con anterioridad. La necesidad de tan magna obra vino promovida por la inestabilidad entre los reinos de Castilla y de León con los consiguientes enfrentamientos armados.
La grandeza de esta obra ‘viva’, que ha sufrido numerosas ampliaciones, reconstrucciones y reparaciones a lo largo de los años, es digna de admirar y sus cifras se traducen en un perímetro es de 2,5 kilómetros con 87 torreones o cubos y 9 puertas. Rematan su alzado nada menos que 2.500 merlones. Para su construcción se utilizó, principalmente, sillares de granito gris, piedra y mortero de cal, aunque también se pueden observar piezas reutilizadas, muchas de ellas procedentes de alguna edificación romana previa que habría sido desmantelada.
A partir de entonces la muralla marcaría las jerarquías y funciones de los distintos espacios urbanos y tras sus robustos muros convivirían durante un tiempo cristianos, judíos y musulmanes enriqueciendo con diferentes edificaciones su entramado –hecho del que da fe el edicto firmado por la Reina Isabel en 1481 en el que aconsejaba la buena convivencia–, y fomentando una unión cultural que sería festejada siglos después por sus habitantes.
De vuelta al medievo
Viajar al pasado en esta ciudad es fácil, basta con recorrer a pie sus calles o visitar alguno de sus principales atractivos, pero, por si esto no fuese suficiente, cada mes de septiembre la ciudad se engalana para acoger sus afamadas Jornadas Medievales, un evento que ha sido declarado este verano como Fiesta de Interés Turístico Nacional y que este año celebra su XXVI edición con presencia internacional de artesanos y grupos escénicos procedentes de países como Francia, Portugal, Cuba o Italia.
Estas jornadas comenzaron a celebrarse en 1997 en el centro histórico de la ciudad, espacio que fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad en 1985, en el Mercado Chico, el cual sigue manteniendo el aroma de aquellos mercados de la Edad Media. Desde sus primeras ediciones se han caracterizado por una calidad escénica y una decoración sobresalientes, así como por desarrollar diferentes actividades culturales, artísticas y recreaciones históricas que narran la convivencia entre las tres culturas: cristiana, judía y musulmana, de ahí que también se conozca como el ‘Mercado de las Tres Culturas’. Desde los inicios se trató de diferenciar el espacio propio de cada una de ellas, siendo la plaza de la Catedral y el Mercado Chico la zona de los artesanos cristianos, la cual está decorada con escudos heráldicos y estandartes, la calle Reyes Católicos, antiguo espacio de la judería que cuenta con una Sinagoga, la de los judíos que muestra elementos con esencia hebrea como escudos en los que se ha empleado telas vegetales, hilos de oro y encajes con simbología de esta cultura y en la plaza Pedro Dávila el área del Zoco Árabe, que se caracteriza por una decoración andalusí con estrellas, medias lunas y escudos.
En total, la decoración del casco histórico cuenta con más de 6.000 elementos que visten calles, plazas, espacios patrimoniales y los 2,5 kilómetros del perímetro amurallado. También se han colocado 225 puestos de artesanía y gastronomía en los que comediantes, romanceros, lanzafuegos, músicos y alguaciles acompañan a los artesanos de esta feria donde no faltan tampoco plateros, cartománticos, esparteros, cesteros o repujadores de latón y alpaca.
Además, el palacio de Los Superunda -construido hacia 1580- acoge hasta el 10 de septiembre una exposición de trajes de la época, el de campesinas con doble falda o diferentes modelos que vestían los nobles y que acercarán al visitante al medievo. Esta muestra se complementa con un taller de diseño –dividido entre adultos y niños– que tendrá lugar el 2 de septiembre. Un jurado profesional escogerá el mejor modelo en ambas categorías y otorgarán como premio la confección gratuita de dicho diseño que podrán lucir en las próximas jornadas. Por su parte, el palacio de Los Verdugo acoge una muestra de 40 fotografías que reflejan los momentos más especiales de la pasada edición, y la plaza de Santa Teresa ha sido ocupada por un campamento militar en el que se realizarán demostraciones de cetrería y armas. Como colofón, al lado de la muralla, el Atrio de San Isidro es el escenario donde se celebran torneos y combates medievales.
Como novedad, este año habrá actuaciones musicales distribuidas en una decena de puntos escénicos de la ciudad como son el Mercado Grande, las plazas de La Santa, Corral de las Campanas, Teniente Arévalo y Fuente el Sol y los jardines de San Vicente. La programación se completa con concursos dedicados a escaparates, atavíos, balcones, paradas y fotografía, todos ellos dotados con cerca de 4.000 euros en premios.
