La pintura en la pared, “gran ventana hacia el conocimiento de las normales rurales”

Hallier Arnulfo Morales y Filiberto Frausto con el periodista Luis Hernández (al centro), frente al mural pintado en 1977 por el artista José Hernández Delgadillo en la escuela normal rural General Matías Ramos Santos de San Marcos, en Loreto, Zacatecas. La obra de 8 por 6 metros tiene la leyenda: “Por la revolución proletaria. Venceremos”, y es una de las que plasmó el muralista en diversas normales rurales y de las 170 que ejecutó en México, Estados Unidos, Canadá y Costa Rica. Mariela Quezada Robles

La figura del maestro rural en México se reivindica en el libro La pintura en la pared, del periodista y escritor Luis Hernández Navarro, al mostrar el aporte de los egresados de las escuelas normales rurales en la lucha social y la educación, coincidieron el doctor Hallier Arnulfo Morales y el maestro Filiberto Frausto, durante la presentación del volumen en la normal rural General Matías Ramos Santos de San Marcos, Zacatecas, en el contexto de sus 90 años y ante un auditorio lleno de estudiantes, maestros, ex alumnos y autoridades educativas.

Morales explicó que la obra permite entender el proyecto de las normales rurales a la luz de su historia, pero también de quienes han llegado a ser ejemplos de vida magisteriales, “grandes trayectorias que han sido anónimas hasta ahora y que permiten señalar que sí hay un común denominador en el proyecto de normalismo rural”.

Añadió que el volumen recorre un siglo de memoria y diversidad de regiones explicadas a través de ocho instituciones analizadas con profundidad, lo cual abre una “gran ventana para conocer las rurales desde sus ex alumnos y académicos; es una de las miradas mejor logradas del proyecto educativo, filosófico y político que apuesta por construir el normalismo rural”.

Durante la presentación, Hallier Arnulfo dijo que tras la tragedia de Ayotzinapa la pregunta de qué es el normalismo rural y quiénes sus maestros ha ganado fuerza, y se necesitan “miradas honestas, críticas y no condescendientes. Luis Hernández nos ofrece una oportunidad bastante seria para acercarnos a responder estas grandes preguntas”.

Así permite entender, por ejemplo, la historia de Ayotzinapa, Guerrero, mediante la vida de Vicente Estrada Vega, Lucio Cabañas y de los 43 estudiantes desaparecidos, y cómo se constituyó la normal de Tenería, por medio de Misael Núñez Acosta, Ezequiel Reyes, el Zapata.

También, cuál es la historia de Mactumactzá, en Chiapas, y las ocasiones en que se ha intentado clausurar; qué es la normal de Tiripetío, Michoacán, con Francisco Javier Acuña, y qué es San Marcos, Zacatecas, visto en sus murales y grandes ex alumnos, como el maestro César Navarro, fallecido hace un año.

Por su parte, el profesor Filiberto Frausto, egresado de la normal rural de San Marcos, y docente en Huiscolco, donde fue asesinada por cristeros la profesora María Rodríguez Murillo, explicó que hubo una campaña en la que se humilló al magisterio, incluso antes del sexenio de Enrique Peña Nieto, dirigida a poner a la sociedad en contra de los maestros y desactivar sus movilizaciones al ser mostrados como flojos o vándalos. Esa labor rindió frutos, porque se sentían juzgados como querían muchos medios de comunicación.

Mencionó que, al contrario de esta cruzada satanizadora, este volumen “muestra toda la labor que ha hecho el magisterio en 100 años, a partir de la aparición de las normales rurales, y nos hace ver lo valioso que ha sido el trabajo docente para la expansión de la educación y, principalmente, de quienes han egresado de estas escuelas”.

Antes, durante la charla en la normal de San Marcos, explicó que los profesores normalistas poseen una formación académica, ideológica y política distintivas, por lo cual asumen “un compromiso elevado por la educación popular, un compromiso con la lucha social y también una tarea en el sindicalismo, sobre todo progresista, que intenta democratizar el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la educación y el país”.

En su intervención, Luis Hernández Navarro, director de Opinión de este diario, mencionó que si México es hoy un poco más democrático, justo se debe en mucho a la lucha y el trabajo de los maestros, sobre todo la de los profesores rurales.

Al contrario de lo que se ha dicho, las escuelas normales rurales “no son un lastre de pasado, sino una semilla de futuro”, añadió.

Hernández Navarro relató multitud de ejemplos de hombres y mujeres ejemplares que estudiaron en las normales rurales en sus 101 años de existencia, y se convirtieron en grandes maestros, luchadores sociales y políticos comprometidos.

El escritor recordó que su investigación nació “del coraje, la rabia y la indignación que me provocó la desaparición de los 43 jóvenes estudiantes rurales de la normal Raúl Isidro Burgos en Ayotzinapa (…), atrocidad seguida de una campaña de estigmatización contra estos normalistas”. De esa tragedia se cumplirán nueve años el próximo 26 de septiembre.

Las normales rurales tienen en México una larga historia, continuó el periodista, con la hazaña pedagógica en 1922 de la creación de la de Tacámbaro, Michoacán, modelo que ha sido estudiado y admirado por reconocidos pensadores de distintos países y replicado en otras naciones, a pesar de que desde los años 40 ha sido vilipendiado en este país.

Se refirió a figuras trascendentes como el egresado de San Marcos, el profesor, médico, gran historiador y conocedor de la política educativa César Navarro. También abordó al artista José Hernández Delgadillo, uno de los grandes muralistas mexicanos, y a Misael Núñez Acosta, profesor de la Huasteca hidalguense, que estudió en las normales de El Mexe y Tenería.

Opinó que los egresados llegaban a las comunidades y tuvieron que involucrarse en las demandas pendientes de la Revolución Mexicana, como el reparto agrario, además de organizar cooperativas y en “enseñar cosas tan subversivas como cuestiones de higiene o enfrentar el alcoholismo”.

También te puede interesar