La persecución de la Iglesia Católica en Nicaragua

La iglesia católica ha sido víctima de persecuciones, allanamiento y limites a su libertad de expresión por el Gobierno de Nicaragua desde el 2018.

Persecución, allanamientos, cárcel, cierre de emisoras de radio católicas y exilio de religiosos son algunas de las situaciones a las que se está enfrentando la iglesia en Nicaragua en una crisis con el gobierno del presidente Daniel Ortega.

Lo anterior, debido a que los religiosos están enfrentando uno de los momentos más tensos desde 2018, luego de que retuvieran al obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, uno de los más críticos a la gestión oficial.

No obstante, esta crisis y conflictos entre el gobierno y la iglesia no son un tema nuevo en Nicaragua, pues todo inició en 2018 cuando se produjeron protestas masivas en contra de la gestión de Daniel Ortega.

Conflicto entre la iglesia y el gobierno

En 2004, Daniel Ortega pidió perdón a la iglesia católica por haber perseguido y expulsado a sacerdotes y obispos durante su primera gestión que llevó a cabo de 1979 a 1990; sin embargo, la relación habría comenzado a deteriorarse en 2014.

Esto debido a que la Conferencia Episcopal hizo una carta, en la que hablaron sobre la institucionalidad y rumbo del país, lo que habría molestado mucho a Ortega, de acuerdo con la socióloga Elvira Cuadra, quien fue entrevistada por la agencia de noticias AFP.

No obstante, los verdaderos conflictos habrían comenzado cuatro años más tarde, con las protestas contra el gobierno en 2018, ya que Daniel Ortega alegó que éstas fueron un intento de golpe de Estado promovido por los opositores.

A pesar de ello, la iglesia abrió las puertas de sus templos para refugiar a manifestantes heridos; además, el obispo Rolando Álvarez salió en procesión con el santísimo para pedir que pararan las agresiones durante una manifestación.

Así, Ortega señaló que este movimiento había sido apoyado por los obispos, quienes dijo, fueron cómplices, deteriorando así la relación que se volvió cada vez más tensa, de acuerdo con la agencia de noticias AFP.

“Antes de abril de 2018, los atropellos hacia la Iglesia eran esporádicos. Después de esa fecha, las hostilidades se incrementaron y suben de tono”, señala Martha Molina Montenegro, autora del artículo Nicaragua: ¿una iglesia perseguida? (2018-2022).

De esta forma, la agencia de noticias AFP explica que desde marzo comenzó la persecución de religiosos, lo cual cobró mucha más relevancia tras la retención del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez.

Detención de sacerdotes en Nicaragua

Lo anterior, debido a que Álvarez fue sitiado luego de denunciar que cinco emisoras de radio católicas habían sido cerradas; además pidió que el gobierno respetara la libertad de culto, luego de que diferentes religiosos fueran asediados.

Así, las autoridades comenzaron a investigar al cura por supuestamente ser el responsable de organizar grupos violentos y ejecutar actos de odio para desestabilizar al gobierno de Nicaragua.

Por este motivo se encuentra retenido en la curia de la Catedral de Matagalpa junto con otros cinco sacerdotes, tres seminaristas, y dos laicos, quienes también están sitiados por los policías.

A pesar de ello, este jueves, luego de ocho días sin ser visto, Rolando Álvarez reapareció en una transmisión en vivo por las redes sociales con una sotana blanca y ofició una misa; además dijo que se encuentran bien.

No obstante, ellos no son los únicos que han sido retenidos, ya que a ellos se suma Aníbal Manzanares, quien denunció en sus redes sociales que le han prohibido salir de su parroquia.

“Mis buenos amigos y hermanos, solamente notificarles que la Policía esta mañana me ha notificado que no tengo permiso para salir, no puedo salir a las calles, a procesiones, a actividades fuera del templo parroquial, así que creo que me están vigilando”, dijo el sacerdote.

Por su parte, Martha Molina Montenegro, integrante del Observatorio Pro Transparencia y Anticorrupción y autora del artículo Nicaragua: ¿una iglesia perseguida? (2018-2022), indicó que en los últimos años los obispos y sacerdotes son los que más han perdido libertades.

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