La literatura brasileña pide paso más allá de sus fronteras

Cuando Tatiana Salem Levy viajó a Barcelona hace unos meses para promocionar su última novela, Vista Chinesa (Libros del Asteroide), en el que relataba la violación de su amiga, se sorprendió al percatarse de que la literatura brasileña era vista como algo exótico.

“No creo que sea algo exclusivo de allí. Pasa en otros países pero mi esperanza era otra. Siempre se encuentran en el estante de literatura portuguesa. A veces, si el establecimiento está más especializado, concretan poniendo literatura de Brasil. Pero casi nunca esas lecturas se entremezclan con otros libros más universales. Da igual el género, si es historia o thriller, siempre se despachan a un apartado lejano. Para llegar a un libro de literatura brasileña tiene que interesarte Brasil previamente, sino difícilmente llegarás a él”, lamenta la autora.

Una opinión muy parecida tiene la también escritora Martha Batalha: “Es simplemente una cuestión de suerte” pues, admite, “hay muchas novedades y muy buenas pero una de las principales dificultades es el idioma. Si escribes en castellano, tu mercado es mayor, en inglés tienes casi todo el mundo pero en portugués el margen es menor. Y no ayuda que, en este sentido, la relación entre Brasil y Portugal no sea lo fluida que debería”.

La autora se convirtió en una de las más prometedoras del país con su primera novela, La vida invisible de Eurídice Gusmão (Seix Barral, 2017), un éxito internacional cuyos derechos cinematográficos se vendieron antes de publicarse en Brasil. Su adaptación fue preseleccionada para los Oscar y obtuvo el premio a la mejor película en la sección «Un Certain Regard» del Festival de Cannes en 2019.

La de Recife aterriza ahora en España de nuevo, de la mano de Seix Barral, con Un castillo en Ipanema, que recorre un siglo de la historia de una familia originaria de Suecia e instalada en Brasil después de que el patriarca, Johan Edward Jansson, quien existió de verdad, fuera enviado como cónsul.

Pese a sentirse satisfecha por la visibilidad que ha logrado con su trabajo, la escritora reconoce que son muchos los factores de los que depende que el trabajo de alguien sea o no conocido.

En su caso, especifica, “me siento muy afortunada de que Rosa Martínez-Alfaro llevara mi texto al castellano. No existen tantos traductores de portugués, y menos el de Brasil, y recuerdo que cuando me pasó su texto sentí que plasmaba el alma de mi libro”.

Martínez-Alfaro recibió en 2018 el premio Giovanni Pontiero precisamente por la primera novela de Batalha. Al igual que el resto de entrevistadas, opina que “nos estamos perdiendo una literatura brillantísima y muy interesante y, pese a que van llegando más novedades que antaño, sigue siendo bastante invisible, a excepción de nombres archiconocidos como Paulo Coelho, Clarice Lispector, Jorge Amado o Joaquim Machado de Assis”.

Un apunte sobre el que reflexiona Martha Batalha: “Amo a todos estos autores. Amo a Jorge Amado y es un nombre importantísimo en nuestra literatura pero escribió libros hace setenta años. Me preocupa que haya un vacío tan grande de ejemplares entre esos tiempos y los actuales. Creo que esto es algo de lo que nos estamos percatando los que llegamos y por eso intentamos abrirnos paso aunque sea a codazos”.

Quienes se hayan adentrado en las letras brasileñas más recientes se percatarán de que, en términos generales, tratan temas mucho más diversos que sus antecesores.

“Es evidente que hay muchísimas más mujeres que nunca escribiendo. Y no creo que antes no estuvieran sino que, simplemente, no se brindaba la oportunidad a las autoras de poder publicar. Lo mismo ocurre con los escritores afrodescendientes, que también han roto su silencio y empiezan a tener la visibilidad que merecen. Estos dos colectivos tienen mucho que decir y por fin pueden hacerlo, lo que garantiza que se hable desde nuevos puntos de vista y se llegue a nuevas conclusiones en muchos términos”.

Nuevas voces

Itamar Vieira Junior es un ejemplo de estas nuevas voces que han llegado para quedarse. Desde que publicó su primera novela, Torto Arado, que llegará en breve a España y en la que evidencia la desigualdad y esclavitud que todavía hoy perdura en las zonas rurales más apartadas de Brasil, el autor se preparó para conquistar el mundo.

Tenía los medios, pues era imposible negarle dicho crecimiento tras el éxito de ventas alcanzado en este país. Y es que en los primeros meses desde su publicación logró vender más de 100.000 ejemplares, de los cuales el 70% en tan solo tres meses. Para hacerse una idea de la magnitud de su triunfo, las ventas normales para una novela de autor brasileño en el gigante suramericano están entre 3.000 y 5.000 ejemplares.

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