La Cruzada en Tour de Cine Francés

Casi por casualidad, Abel (Louis Garrel) y Marianne (Laetitia Casta) descubren que Joseph (Joseph Engel), 13 años, único hijo, ha vendido las pertenencias más importantes de la pareja, y pronto sale a relucir que hay cientos de chicos empeñados en capitalizar objetos preciosos de sus respectivas familias; la alarma crece cuando se enteran de que pertenecen a una misteriosa organización de jóvenes dedicada a salvar el planeta tierra.

Dirigida y protagonizada por Louis Garrel, esta bienintencionada fábula es su tercer largometraje, y cuenta con un libreto escrito por el propio Garrel en colaboración con el difunto Jean-Claude Carrière, el famoso guionista de Buñuel, quizá su último trabajo; La cruzada (La cruzada; Francia, 2021) es una comedia de sonrisa, no de risa, donde los púberes y adolescentes se muestran no sólo más inteligentes que los adultos, sino que la película misma.

Toda una prueba de laboratorio esta cruzada de jóvenes preocupados por salvar al planeta del desastre ecológico, que le revela al público lo que de verdad piensan los adultos del tema; la cinta deja entrever más de lo que se propone. Abel y Marianne pertenecen a una generación que ha formado a sus hijos en el diálogo franco y en la seguridad para permitirles tomar sus propias decisiones; en la secuencia del descubrimiento de la venta de objetos valiosos de la pareja, la lógica de Joseph es implacable, pone en evidencia el apego de una clase social a sus signos de prestigio, el vestido Chanel y las joyas de mamá, la colección de relojes de marca de papá, los mejores vinos de la cava, los libros incunables del abuelo; cuando comienzan a alterarse, el chico les advierte que son cosas que no usan, hacía cuatro meses que las vendió y no habían caído en cuenta.

El buen sabor de estos diálogos se pierde un tanto ante el control de la pareja frente al ideal educativo de su generación, y en el empeño por enfrentar al espectador a sus propios apegos de marcas de estatus; el problema es que la reacción de los padres de Joseph no se deja ir a sus últimas consecuencias, las más viscerales, y el resultado parece un tanto artificial. Puede argüirse que Louis Garrel, uno de los actores más importantes de su generación, hijo de un brillante realizador de la Nueva Ola, Philippe Garrel, y Laetitia Casta, su esposa en la vida real, se autoparodian en la cinta, puesto que ellos mismos encarnan el refinamiento parisino y el prestigio intelectual.

Pero justo ahí es donde el mensaje ecológico de esta comedia, que busca darle voz a niños y jóvenes, se anula, pues a la vez que reivindica la causa, expone la ingenuidad de la demanda ante los consabidos intereses económicos y políticos, la insidia de la manipulación colonialista, y, muy importante, también anticolonialista; cuando un tema tan grave se lleva al terreno de la fantasía, como el espectador descubrirá, se hace muy difícil regresarlo a la realidad, he ahí el éxito de Disney.

La cruzada apenas roza la oscuridad del tema del desastre ecológico, así como también las propuestas de solución de los niños que consisten, por ejemplo, en eliminar a uno de cada dos adultos en edad reproductiva; para colmo, el fragmento de un discurso feroz de la joven ambientalista sueca Greta Thunberg no favorece la causa, por desgracia. 

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